56º Festival de la Canción de Eurovisión
Running Scared (Ell Nikki) - Azarbaiyan
La final de la 56ª edición del festival de la canción de Eurovisión se celebró en Alemania el 14 de Mayo de 2011 en el estadio Arena de Dusseldorf, un campo de futbol reconvertido en seis semanas para la ocasión. Una obra costosa y faraónica que albergó una asombrosa y en ocasiones sublime realización más propia de unas Olimpiadas y que sin duda deja el listón muy alto para Azerbaiyán, país ganador de esta edición y próximo anfitrión. Con la participación de 43 países Alemania igualo el record establecido en 2008 por Serbia.
2011 vió el regreso de un clásico del festival de Eurovisión, Italia. "Si tenemos el Festival de San Remo, que acumula audiencias millonarias en nuestro país, ¿por qué participar en Eurovisión donde nadie nos valora lo suficiente?" Con este argumento y así de chulos ellos, los italianos mandaron a paseo en 1997 un festival del que en cierto modo eran padres, en el que habían participado siempre desde su creación en 1956 y que habían ganado en dos ocasiones. Italia regresó a Eurovisión tras catorce años de ausencia y para asombro de todos casi se llevó la victoria (quedó segunda) con una canción deliciosa con la que Raphael Gualazzi llevó el jazz al escenario de Düsseldorf pero que no entraba en ninguna quiniela por ser de un estilo que se encuentra totalmente en las antípodas de lo que suele denominarse eurovisivo. Por otra parte, y como dato anecdótico, cabe señalar que ha sido la primera vez que la canción italiana era interpretada (al menos en parte) en inglés. ¿Serán exigencias del jazz o será que los tiempos mandan? Quién sabe. El caso es que solo Portugal, Francia y España siguen resistiéndose a cantar en la lengua de Shakespeare. Francia, por cierto, llegaba este año al festival como la gran favorita, sorprendentemente, porque si la canción italiana se salía del prototipo de canción festivalera la de Francia iba todavía más allá. Pero el joven tenor de Córcega, Amaury Vassili, llevaba un tema lírico-épico interpretado en la lengua propia de la isla mediterránea, otra novedad, que había cautivado a los euro-fans y fue recibido en el escenario con una clamorosa ovación por parte de un público que ya lo daba por ganador. Sin embargo, la tensión del momento le jugó una mala pasada. Su diafragma se cerró y las cuerdas vocales le traicionaron. Francia se hundió en la clasificación que soñaba con encabezar. No había concluido el festival y los corresponsales eurovisivos ya habían escupido su más ácido titular: "Francia presenta a un tenor que desafina en corso, que es más exótico".
Lo que sin duda no es nada exótico es que esta edición la haya ganado Azerbaiyán, contra todo pronóstico, con una balada simplona y falta de toda originalidad, titulada Running Scared compuesta por dos autores suecos e interpretada por Idar & Nigar que tuvieron una más que mediocre actuación y no desafinaron en corso como el representante francés, es verdad, pero sí lo hicieron en inglés. El tema se demostró tan eficaz como insulso y manido, y lamentablemente dejó un puñado de buenas canciones y excelentes voces en el camino, así como apuestas más atrevidas.
Tras la victoria de Lena con su pop fresco y desnudo en la edición anterior muchos nos habíamos hecho la ilusión de que algo por fin estuviese cambiando en este sacrosanto festival. Tal vez eso fue lo que animó a Italia a volver a casa. Lo mismo que a Austria, que también regresó este año, aunque lo de los austriacos no es ninguna novedad, sus idas y venidas son ya parte de la historia de Eurovisión. Pero la victoria de Alemania en 2010 por lo visto animó a algunos a pensar que por fin se podía ganar Eurovisión sin necesidad de ser una ex república soviética. Esperemos que no tarden mucho en arrepentirse. Por lo visto las cosas siguen más o menos como siempre. Sobre todo después de que los euro-fans, las casas de apuestas, las redes sociales y los blogs que en las dos ediciones anteriores clavaron los resultados con gran anticipación se hayan visto desbordados en esta ocasión por la más absoluta de las sorpresas, una debacle en toda regla que a visto quedar a los favoritos en último lugar, y una canción sentenciada de antemano ganar el festival de festivales.
Eurovisión sigue siendo la bestia intratable que siempre ha sido. Indomable y sin sentido. Pero como el futbol, si fuera justo, predecible y perfecto, probablemente sería aburrido pues no daría de qué hablar el día después.
Lo mejor de la noche, sin duda, el espectacular show producido por Alemania.
¡Ah! Casi se me olvida, España, representada por Lucía Pérez y la canción "Que me quiten lo Bailao" quedó en el puesto 23 de un total de 25. Nos queda el consuelo de que al menos hubo otros (dos, para ser exactos) que quedaron peor.
El año que viene Eurovisión se
va a Oriente. Nos vemos en Baku en 2012