El Festival de Eurovisión año tras año. Historia, datos y números. Crítica y momentos destacados.Vídeo en directo de cada canción ganadora.








En activo desde 1956 el Festival de la Canción de Eurovisión tiene una audiencia global estimada de mil millones de personas (200 millones en Europa) incluyendo las visualizaciones a través del canal de YouTube, lo que lo convierte en el espectáculo no deportivo más visto a nivel mundial y en la competición internacional anual de música más longeva del mundo. El certamen se ha celebrado cada año ininterrumpidamente desde su creación con la única excepción de 2020 cuando la competición tuvo que ser cancelada por vez primera en su historia.

La 65ª edicion del concurso anual de Eurovisión que debería haberse celebrado en Rotterdam, Paises Bajos, en mayo de 2020, fue postpuesta a causa de la pandemia de COVID-19 y por consiguiente ese año se ha convertido en el primero sin una canción ganadora desde la creación del certamen.

La idea de organizar un concurso de canciones surgió por vez primera en la reunión del comité de la Unión Europea de Radiotelevisión (UER) celebrado en Mónaco en enero de 1955. Inspirado por el éxito del festival de la canción de Sanremo, Italia, su objetivo principal era que sirviera para mejorar las redes de telecomunicaciones así como para tender puentes entre los países miembros en una Europa que empezaba a recuperarse de los estragos de la segunda guerra mundial.

En octubre de ese mismo año, en Roma, se sentaron las bases y se fijaron las reglas y las fechas de lo que más tarde se daría en llamar "El Gran Premio de Eurovisión" (Le Grand Prix de Eurovision). La primera edición tuvo lugar en Lugano, Suiza, el 24 de Mayo de 1956. Solo siete paises participaron en esa primera ocasión y el país anfitrión, Suiza ganó el concurso. El certamen se retransmitió en el clásico formato 4:3 y continuó siendo retransmitido en ese formato hasta el año 2004. En 2005, por vez primera, la UER retransmitió en formato panorámico 16:9. No existen videos en formato panorámico antes de 2005 por lo que aquellos que circulan por Internet en ese formato se han obtenido bien cortando el original, suprimiendo parte de la imagen, o bien estirándolo, deformando las proporciones de caras y cuerpos. Todos los videos de esta web están en su formato original.

Aquel pequeño experimento fue creciendo con los años hasta convertirse en un espectáculo de increíble magnitud y aunque el festival no es más que una pequeñisima parte de lo que constutuye la labor de la UER lo cierto es para la mayoría de los europeos, y no europeos, la palabra Eurovisión es consustancial con el festival, y es posiblemente la palabra más familiar y reconocible que todos los paises del viejo continente tienen en común.

A pesar del prefijo "Euro" que lleva en su nombre para participar en el concurso no es requisito que el país sea europeo. La única condición, de hecho, es ser miembro activo de la UER. ¿Y quien puede ser miembro activo de dicha unión? Te preguntarás. La respuesta está muy bien definidida en las bases de la UER. Hay que formar parte del Consejo de Europa o (y esto es lo más importante) estar dentro del area de retransmisión que abarca la UER y que es la parte del globo terráqueo comprendida entre el meridiaño 10º al oeste de Greenwich, el meridiano 40º al oeste de Greenwich y el paralelo 30º norte. Esto incluye a todos los paises del mediterraneo además de Arabia Saudí, Siria, Jordania, Irak, Ucrania, Azerbaiyan, Armenia, Georgia. Así se explica que paises como Israel (o Marruecos, que participó en 1980) puedan concursar. En la actualidad 73 países están registrados como miembros activos de la UER, de los cuales 53 han participado al menos una vez e el Festival de Eurovisión.

Los países que no forman parte de este area geográfica pueden también integrarse a la UER en calidad de miembros asociados. Hay 32 países dentro de esta categoría, entre ellos Nueva Zelanda, Japón, India o Australia. Estos países no pueden participar en Eurovisión aunque el festival tenga allí audiencia más que generosas.   De entre todos los países asociados uno destaca especialmente por su fidelidad al concurso: Australia. Nuestros antipodas son verdaderos fans del festival desde hace más de 30 años. Tienen incluso un sistema nacional de televoto para elegir a su canción favorita aunque este voto obviamente no cuente en los resultados. En agradecimiento a tanto apoyo en 2014 Australia fue invitada a llevar una delegación a Copenhague y presentar una canción fuera de concurso. Pero fue en 2015 cuando el sueño de los eurofans australianos se hizo realidad. Con el 60º aniversario de Eurovisión como excusa, la Radio Televisión Austriaca y la UER invitaron a Australia a participar en esa edición. Australia no pasó por el trauma de las semifiales. Como invitada fue directamente a la final. Se concibió como una excepción pero la pasión de los australianos por el festival consiguió ablandar el corazoncito de la UER y dese ese año forman parte de la gran familia eurovisiva.

Criticado, vapuleado, amado y odiado a partes iguales a sobrevivido a cuantos terremotos y cambios políticos han azotado Europa. Ha visto caer dictaduras, muros y bloques, ha sido testigo de la desaparición, desintegración y nacimiento de varios países y se ha mantenido en pie resurgiendo con más fuerza que nunca cuando todos lo daban por acabado gracias a la ilusión arrolladora e impetuosa de los jóvenes países del este que han visto en él todo lo contrario de lo que veía el oeste, a saber: diversión, alegría, competitividad amistosa y una oportunidad de integración. Su ímpetu se ha contagiado a las viejas potencias del occidente europeo que al principio dudaron y no entendieron bien lo que estaba pasando ¿Eurovisión de nuevo? ¿Pero no habíamos acabado con él?. Poco a poco, sin embargo, han vuelto a subirse al carro de esa extravagancia portentoso que cada año, una vez más, paraliza a media Europa, como en los viejos tiempos.

No, no es extraño que hayan sido precisamente aquellos países del este los ganadores casi exclusivos de las últimas ediciones del festival. Mucho se ha hablado de política y favoritismos regionales, pero se han esforzado como nadie en presentar buenos temas y buenos intèrpretes. Y en innovar. Escuchando las canciones que dieron las victoria a Turquía en 2003, a Grecia en 2005, a Dinamarca en 2000 y a Finlandia en 2006, queda muy claro que no hay regionalismos sino deseos de escuchar y ver cosas nuevas en Eurovisión. Los países que en 1956 inauguraron el festival serán probablemente los que más tarden en entender esto y a los que más les cueste cambiar, pero lo harán, no cabe duda, como lo hizo Austria en 2014, para ganar por segunda vez el festival después de 48 años.

Porque Eurovisión en realidad siempre ha estado cambiando y adaptándose, aunque haya sido a remolque siempre de los hechos. Se crearon reglas para resolver los empates después de que la ausencia de ellas diera cuatro vencedores en Madrid en 1969. Se prohibió que menores de 16 años cantaran en el festival cuando un día se dieron cuenta de que la sala de cantantes parecía en realidad una guardería infantil, quizás dando la primera idea de lo que luego sería el Euro Junior. Se cambiaron los sistemas de votación para impedir que media tabla se quedara con "0" puntos, se crearon semifinales cuando el certamen amenazaba con durar hasta altas horas de la madrugada, se creó el grupo de los 5 grandes (Italia, España, Francia, Alemania e Inglaterra) cuando se comprendió que sin su dinero no había Eurovisión y que era mejor no molestarles demasiado con eliminaciones innecesarias y dejarles volver al año siguiente aunque sus canciones fueran tan malas que quedaran todas juntas en ultima posición como realmente pasó en 2005. Se prohibió cantar en otro idioma cuando convino y se permitió cuando el fenómeno de la música en inglés era ya mundial e imparable. Canten en lo que quieran, dijeron, y Bélgica en 2003 y Holanda en 2006 lo hicieron, cantaron en un idioma que no existía, en una lengua tan inventada e imaginaria como la de los elfos de Tolkien.

España se incorporó al festival en 1961. Desde entonces ha participado en todas las ediciones sin excepción con muy pocos éxitos y estrepitosos fracasos.

ABBA (1974), Baccara (1978), Julio Iglesias (1970), Massimo Ranieri (1971), Bobby Solo (1965), Albano y Romina Power (1976), Dulce Pontes (1991), France Gall (1965), Noa (2009), Engelbert Humperdinck (2012), Sandie Shaw (1967), The Shadows (1975), Bonnie Tyler (2013), Ricchi e Poveri (1978), Gigliola Cinquetti (1964), Cliff Richard (1968), Patrick Juvet (1973), Raphael (1966), Alain Barriere (1963), Celine Dion (1968), New Seekers (1972), Nana Mouskouri (1963), Mocedades (1973), Nicola di Bari (1972), Olivia Newton John (1974), Karina (1971), Lynsey de Paul (1977), Katrina and the Waves (1997), Matt Monro (1964), Françise Hardy (1963), Toto Cotugno (1990), Gianni Morandi (1970), Domenico Modugno (1959) y muchos otros pasaron por allí. Algunos eran auténticos desconocidos y salieron convertidos en estrellas, otros llegaron precedidos de éxitos y fama internacional. Unos ganaron, otros no. Algunos recuerdan su paso por el festival con cariño y otros injustamente reniegan de él. El grupo ABBA, sin ir más lejos, ni siquiera tuvo la deferencia de acercarse a recoger el premio a la mejor canción de la historia de Eurovisión que los eurofans de toda Europa otorgaron en la masiva votación (más de dos millones de televotos recibidos) que siguió a la gala en conmemoración del 50ª aniversario del festival, celebrada en Copenhague en Octubre de 2005 y en la que participaron decenas de ex ganadores. De desagradecidos está el mundo lleno (y eso que la gala se celebró al lado de su casa como quien dice) pero Eurovisión los recuerda a todos con cariño y de ninguno se avergüenza.

Eran solamente siete países en 1956 y en 2008 y en 2011 fueron nada más y nada menos que cuarenta y tres. Lo que fue concebido casi como un concurso radiofónico ha dado paso a espectáculos grandiosos en estadios inmensos que hacen que el festival se parezca cada vez más a una ceremonia inaugural de unos juegos olímpicos que a un certamen de música. El Festival de Eurovisión está más vivo que no nunca y los años, de momento, le están sentando muy, pero que muy bien.

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